En mi Mercedes Benz
Estaba preparándose para tomar el breve camino a casa. El Pedro disfrutaba de un playlist norteño cuando en la lejanía y soledad de sus audífonos se alcanzaba a a escuchar un canto extraño y a la vez siniestro. Subiré el volumen de mi celular y asunto arreglado, pensó el Pedro.
Segundos después el ruidillo lejano seguía y seguía pero ahora acompañado de miradas extrañas y cara de fuchi de los pasajeros de junto.
Escuchemos entonces, se dijo así mismo el Pedro.
Oh lord!
Más allá de algún narcocorrido de moda que estuviera escuchando el operador del autobús, la melodía que inundaba el autobús hasta el ultimo ducto del aire acondicionado era nada mas y nada menos que alabanzas, cantos y testimonios musicalizados.
Que dios me ampare, dijo el Pedro.
La tortura
30 minutos de camino hacia casa, musicalizados con el top 20 de la iglesia cristiana del nuevo mundo mundial del milenio actual, sonó y sonó y sonó ante la mirada y sobre todo, ante los oídos incrédulos de el resto de los hermanos separados.
La dueña y orgullosa portadora de tan potente celular actuaba con singular naturalidad y segura de que estaba haciendo la conversión multitudinaria sobre ruedas que todo pastor ha soñado.
Disclaimer
El Pedro no tiene nada en contra de las religiones que hay en todo el mundo, pero cree que no era necesario esa tortura auditiva.
oh lord won’t you buy me a mercedes benz!